miércoles, 27 de mayo de 2015

Buscando que leer (26)


Había decidido pasar una tarde tranquila por lo que me fuí a la Rue Saint-lezare y paré en el primer Starbucks Coffee que encontré. Desde luego que si una yo no era golosa, el cheesecake con frambuesa me hacía perder la cabeza.

Me encaminé hacía el Fnac del Passage du Havre con la idea de comprarme un libro e irme a casa para poder empezarlo. Llevaba meses con ganas de leer y es que la novela histórica es una de mis pasiones.

Subí a la planta y estuve hojeando varios hasta que dí con el que buscaba. Las mil y pico páginas no me asustaban en absoluto. Sonreía como una tonta al ver en la portada la imagen de mi "Paris del alma" hasta que una voz desconocida me llamó la atención.

· Vaya, vaya, vaya, mira quien hay por aquí? La pequeña Juliette Declercq.

La voz no me era para nada familiar e hice caso omiso de sus palabras. A saber quién era aquel extraño. Disimulé y continué caminando despacio alrededor de la mesa llena de libros.

· ¿Ni tan siquiera me vas a saludar?

Dí un respingo puesto que pensé que se habría ido al ignorarlo pero no.

"Zut!"- pensé. A ver éste qué quiere ahora.

Me giré y con una sonrisa conciliadora ( más conmigo misma que otra cosa ) pregunté:

· Hola. Perdón, ¿nos conocemos?

· A ver…seguro, lo que es seguro no estoy, es cierto, pero viendo esa espalda , ese color de pelo que ahora llevas y esas manos. Pues tengo mi sospechas-. Dijo en un tono sereno.


- ...Y si además hago un poco de ejercicio  de imaginación y uno el puzzle de tus fotos…pues sí, creo que te conozco y tal vez tu a mí. Pese que para ti, sea quizás, uno de tantos admiradores-. Respondió con una amplia sonrisa.

Era bastente alto y tenía una miranda chispeante. El cabello oscuro y buenas maneras.

No quería ni pensar que alguien me hubiese reconocido. La idea de Nathalie y las mechas californianas para despistar me parece que no habían servido de nada. La maldije por un momento antes de volver a la conversación.

· Puede ser....respondí y ahora, si me disculpas, quiero continuar con lo que hacía-. Y con un gesto un tanto nervioso y algo mecánico mire mi movil y apreté el paso.

· ¿Te escribe Nathalie?. Ten cuidado no corras. No sea que pierdas el tacón como el capítulo aquel de «
Turbulencias...(16)»-. Soltó de repente como un latigazo.

- Eso quisieras tu…-. Respondí con soberbia pero titubeante, consciente de la metedura de pata que acaba de hacer.

· ¿Te puedo invitar a un café? He leído todo cuanto escribes y hasta alguna vez hemos hablado por chat.

"Miér....coles!!" pensé.

· Sí, bueno...-."¿Pero cómo que "sí bueno...?. Pues claro que no". "¿Vamos Juliette en qué estas pensando?". - ...Quiero decir...no. Como alguna vez te habré dicho, no quedo con nadie del chat. Lo que hay en la ventanita, ahí se queda.

· Permítame que le diga Srta,. que no hemos violado ninguna de sus "normas"( hizo énfasis en la palabra) ya que no hemos quedado sino que la he encontrado.

· Vale, perfecto. Gracias por el saludo y que tengas buena tarde, le respondí mientras hacía el ademán de bajar por la escalera mecánica.
Me cortó el paso con su brazo y sonriente dijo:

· Conozco de ti los pequeños fragmentos que publicas pero no pensé que fueras tan...

Ahí me hirvió la sangre y antes de poder articular palabra lanzó:

· Que fueras tan..."apetecible"

Me mordí el labio inferior y quise continuar caminando sin éxito alguno.

· Mírate! Enfundada en un tejano claro, esa camisetita negra tres cuartos bien ceñida y ese chaleco tejano a juego que dan ganas de cogerte por la cintura y...

· ¿Te has fijado en mis manos?

· Sí, claro.

· Pues no sigas si no quieres sentirla estampada en tu cara.

Soltó una carcajada y me abrió el paso con una reverencia.

· Muchas gracias. Au revoir.

Bajé las escaleras aliviada aunque conforme lo hacía, pensaba que la situación había sido de los más divertida. Pagué el libro, lo metí en el bolso y me encaminé hacia casa.

Al parar frente a un semáforo la puerta de un coche blanco se abrió de par en par. Una voz desde dentro ordenó:

· Entra!

· Puedes continuar tu camino !!Tout droit !!Indicándole con mi mano.

· Entra si no quieres que ponga desvelar tu secreto a todo el mundo a grito pelado-. Dijo con esa sonrisa socarrona que ya empezaba a a cansarme.

· Pues ya lo estás haciendo.

Tuvo que continuar pues la luz verde del semáforo y la cola de coches que tenía detrás empezaron a pitar.

Estaba entre muerta de vergüenza por el espectáculo y muerta de risa por el desplante.

Justo cuando llegaba cerca de casa sonó el móvil. Me paré en una pequeña callecilla y miré a ver de quién era. Estaba preparando la despedida de soltera de una amiga y el grupo "se había despertado"

En el momento que me disponía a responder , otra vez él parado con su coche y la puerta abierta.

Quise encarar de una vez por todas la situación. Guardé el móvil y le dije :

· Vamos a ver, ¿qué te pasa conmigo?

· Quiero conocer a la Srta.



Declercq. 

· Ya está, me has saludado y hemos cruzado unas palabras.

· Qué terca eres! A ti te metía yo en vereda.

· Ah!,¿sí? Pues la llevas clara.

· Haz el favor de subir.

· ¿Cómo? ( Sonreí maliciosa al escuchar cómo lo pedía?

· ¿Eso es un por favor?

· Sí.

· Está bien.

Pasé la bandolera hacía delante y me acomodé en el asiento del copiloto. Nathalie habría pensado que estaba loca por subirme en aquel coche pero quería saber a dónde iba a llegar todo aquello.

· No te quiero escuchar si no te autorizo

· ¿Cómo?¿Tu quién te has creído que eres?Puedes esperar sentado ahí toda tu vida!

· Te he dicho que no hables hasta que te lo ordene.

Pero bueno!!Estaba indignadísima. Éste había llegado y se había creído mi Dueño y Señor.

Vale. Me quedaba calladita pero a la mínima me largaba de allí.

· Buena chica, así me gusta.

Yo no hablaría pero él, cada vez que lo hacía me irritaba más.

Había practicamente anochecido y no sabía dónde iba. Mi cabeza empezó a pensar en la de artilugios que podía llevar en el maletero. ¿Una fusta?¿Una pala?¿Un… ?. Ni tan siquiera sabía los nombres.

Juliette!! me dije a mi misma. Deja de pensar tonterías.

Una frenada del coche en ninguna parte me hizo aterrizar otra vez.

· Quítate los pantalones

· No!

· Te he dicho que te quites los pantalones

· No!

Me sujetó con tal fuerza del pelo que le miré enfurecida.

· Ahora te callas y te quitas el pantalón o...dijo sin soltarme la melena

· ¿ O qué?

· Sentí su boca acercarse a la mía y un fuerte dolor en el labio inferior que me hizo revolverme en el asiento. Tenía sus dientes clavados en el labio. Me lo toqué y no sentía nada.

· ¿Serás...ca..?

· Puedes decirlo. Sí, soy un cabrón y estoy completamente empalmado. Me llevó la mano a su entrepierna y comprobré que era cierto. La erección que tenía era apoteósica, igual que el tamaño de su miembro.

Me soltó del peló y se quedó espectante mientras me quedaba quieta en el asiento pasando la lengua por el labio dolorido y cruzada de brazos.

· Sácate el pantalón

Le miré e hice como que ni le escuchaba. Me cogió en volandas sin esfuerzo niguno y apoyó la mitad de mi cuerpo sobre su hombro mientras forcejeaba para bajármelos. Sacó mis zapatos y me aponsentó en el asiento del copiloto en camiseta y culotte. Me separó las piernas e introdujo un par de dedos.

· Vaya, vaya. Te van las emociones fuertes. Quitate el culotte y ven aqui arriba.

Había desabrochado su pantalón y mantenía toda su erección en su mano. No me había equivocado. Era enorme.

· No !-. Le grité

· ¿Cómo?. Respondió enojado

· No !-. Le repetí

Me sujetó nuevamente del pelo con fuerza y se acercó apretando sus dientes contra mi labio aún dolorido . Aquello me acabó de enfurecer.

· Ni se te ocurra volver a hacer eso. Ya puedes irte con una de tus sumisitas, que imagino tendrás y que obedezcan a todo lo que te de la real gana.

· No quiero a ninguna, me vas a obedecer tú.

« ¿Sí? » Pensé. Ahora te vas a enterar.

Me quité el culotte bajándolo hasta las rodillas y lanzándolo a la parte trasera mientras lo sacaba por mis pies. Me miraba deseoso y a la vez triunfante. Me sujeto con fuerza el cuello y sentí su lengua hasta lo más profundo de mi garganta.

Me acomodé frenté a él y empecé a masturbarle. Escupí directamente formando un largo hilachón que cayó justo en la punta antes de comenzar mi juego de muñeca.

· Joder con la francesita.

Le miré retante sin decir nada. Mientras le masturbaba cada vez más rápido me percaté que mi trasero estaba en contacto con el cambio de marchas. La mirada encendida. Cada vez me acercaba más a aquella pieza mitad plástico y mitad metal. Sus manos en mi clítoris no hacían más que excitarme aún más de la misma rabia.

Fui empujando poco a poco, dilatando cada vez más, hasta que noté todo el cambio de marchas detro de mi culo. Empecé a moverme, rebotando. Escupía, subía y bajaba con rapidez una mano, mientras la otra no hacía más que apretar su huevos.

· Ven zorra, te voy a follar.

· Ni lo sueñes, ya me he follado yo solita la palanca,¿lo ves?

En ese mismo instante mi mano subía y bajaba aún más rapido cuando se incorporó para ver como rebotaba una y otra vez con aquello dentro.

· Eres una maldita zorra.

· Lo sé y me acabo de correr en tu coche sin tu permiso.¿Qué te parece ?Pregunté socarrona.

Fue escuchar esas palabras y una inmesa eyaculación saltó por los aires.

Me incliné para recoger mi ropa interior saliendo poco a poco de aquel artilugio que me había servido de juguete. Cuando lo hice se giró para ver lo dilatada que estaba.

Con rapidez acabe de vestirme sin dirigirle una palabra salvo una y otra mirada de ira.
· Acaba de vestirte que te llevaré a casa.

· ¿A ti no te ha quedado claro que nadie me marimandonea? Busca a otra más obediente !!